"Cuando pintas te sientes vivo y por un momento te olvidas de que eres masa. En esta ciudad hay demasiada mierda y demasiada soledad. De este modo le regalamos a la gente un poco de nosotros mismos". En estas palabras, pronunciadas por el mítico grafitero madrileño Muelle en 1989, reside el abc delromanticismo con que nació el grafiti en España en los ochenta, bajo la influencia del arte urbano neoyorkino.
Aún hoy, cuando las creaciones de estos artistas callejeros han entrado en las salas blancas de galerías y museos internacionales, los muros de las ciudades españolas siguen siendo lienzo de expresión artística, comunicación y, más que nunca, denuncia. "Sigue siendo el gran arte romántico. Los grafiteros son algo así como los bandidos buenos, se autosubvencionan, siguenpracticando la ilegalidad para hacer sus pinturas y expresarse", apunta Mario Suárez, autor de Los nombres esenciales del arte urbano y el graffiti español (Lunwerg), una guía accesible para entender la evolución de las creaciones callejeras en nuestro país.
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